La Crónica de Leodegundo
1.- El cantar de Liuva (711-772)
Gaspar Meana
Palma de Mallorca, Edicions UIB, 2013
Vuelvo a leer en español las seis
primeras entregas de la monumental Crónica
de Leodegundo de Gaspar Meana (Gijón, 1960). Aprovecho para hacerlo el hecho de que empiezan a
publicarse ahora, más de dos décadas después de la salida en asturiano del
primer episodio (Llibros del Pexe, 1991). Y digo que vuelvo a ellas en
castellano, la lengua en la que Meana concibió esta Crónica, porque como
traductor al asturiano de los diez primeros tomos tuve el privilegio de ir
leyéndolas con la atención que merece la labor de traducción. El trabajo completo de
Gaspar Meana, los veinticinco tomos que componen la Crónica, suponen mil
doscientas páginas para contar la historia del diminuto Reino de Asturias,
entre los años 711 y el 960, año en el que Leodegundo, descendiente del linaje de
Liuva, decide ponerse a escribir lo que sus antepasados le contaron sobre
aquellos siglos oscuros y convulsos. Por supuesto, en sus páginas están los
reyes asturianos y Covadonga, Cangas, Pravia y Oviedo... Pero La Crónica de Leodegundo es la historia
del mundo conocido en aquel tiempo, y sin perder nunca la perspectiva
asturiana, las raíces, visitamos la corte de Carlomagno, viajamos a Roma y a
Aquisgrán, a Córdoba y a Bagdag, vemos cómo cae Constantinopla...
Gaspar Meana es el único responsable
de esta aventura. Suyos son los dibujos y el guion. En los quince años largos
que se dedicó a construir viñeta a viñeta esta historia abigarrada y detallista,
que necesita atención lectora para no perderse, maduró su estilo como
dibujante, como puede verse si se compara el primer tomo con cualquiera de los
últimos, aunque desde las primeras páginas demuestra ser un indiscutible
maestro recreando ciudades y edificios históricos desde perspectivas inéditas.
Sin embargo, es su trabajo como guionista el que merece mayor atención. Antes
de empezar, Gaspar Meana se leyó las fuentes documentales del Reino de Asturias
y los principales libros que analizan la historia del periodo, convirtiéndose
en un especialista en la materia. Esas fuentes, contradictorias a veces, dejan
suficientes huecos como para que la imaginación del autor los fuese rellenando
con propuestas a veces discutibles (de las que incluso se retracta él mismo en
ocasiones), pero siempre sugerentes.
En cualquier universidad moderna, la
interpretación histórica de aquel tiempo que hace Gaspar Meana merecería
atención académica, igual que cualquier otra propuesta documentada. En Asturias
no. De hecho, no es la universidad asturiana la que se pone ahora a editar este
libro, sino la Universidad de las Islas Baleares. Ya hubo quien criticó que la
primera edición de esta obra se publicase en asturiano. ¿Por qué no salió en
español? Llegó a haber veinticinco oportunidades en forma de libro a lo largo
de más de quince años para retomar la edición en castellano, y a todo color y
en tapa dura si se hubiese querido. Sin embargo, solo el pequeño mercado en asturiano se interesó por
este trabajo, aunque Meana no tenía ningún contrato de exclusividad. ¿Para qué
sirven los servicios de publicaciones de Cajastur, de la Universidad de Oviedo,
del Banco Herrero...? Para esto parece que no. Las empresas asturianas es
posible que ni siquiera tengan ese departamento.
Es ahora, en el momento en que su obra
llega desde fuera, cuando empieza a interesar en casa. Por suerte, muchos (casi todos los álbumes iniciales están agotados) ya pudimos
disfrutar desde el asturiano de un trabajo impagable. Bienvenido sea en español.
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