Andrés A. Treceño García (Uviéu,
1992)
Andrés Astur Treceño |
Poesía:
Los cimientos (Ediciones Camelot, 2015)
Blog:
Andrés A.
Treceño García está llegando ahora a las librerías con su primer libro bajo el
brazo: Los cimientos, un puñado de poemas escritos unos en asturiano y
otros en castellano; en ellos va dando cuenta de lo cotidiano: la soledad, el
amor, la familia, la casa, el vecindario... Es su manera de mirar el mundo, de
enseñárnoslo con elocuente inmediatez, poniendo mucho de sí mismo en la
escritura.
Así se
presenta este poeta joven, ovetense de nacimiento y gijonés de residencia, que
ahora estudia medicina en Santander. Antes de publicar el libro ya conocíamos
algunos de los textos que escribía por su «Blog in trece», por la revista Formientu,
en la que forma parte de su consejo de redacción, o por su participación en el colectivo
«Fame Poétika», ese grupo de poetas jóvenes a los que les gusta recitar su obra
con nocturnidad y alevosía.
ANATOMÍA
DE UNA TARDE DE FEBRERO
Esta
tarde es de cielo lento
y
pulmones pesados
como
conteniendo el estruendo de la rutina
y las
circunstancias del calendario.
Mis
ojos auscultan el corazón del vecindario
—ritmo sinusal, triste y largo
como un tren en mitad de
la nada—,
donde
los tendales parecen secar por hastío.
La
estantería, a mi izquierda
—como el corazón—,
es un
estómago que ruge un hambre atroz
por
miedo a convertirse en barbecho literario.
El
reloj ya no marca nada
porque
odia puntualizar;
yo,
sin embargo, quiero por una vez
estar
en su bando
y
deslizarme seguro en círculos.
Paso
a paso, dejando atrás el futuro.
BIENLLEGÁU
Nel
idioma col qu’aporto a la to casa,
coles
mesmes pallabres,
refugo’l
dolor que vivieran estes muries,
cola
llingua torgada de quien siempre pensó
que
naide nun diba entendenos:
tu
abres los güeyos
y les
tos manes, enceses de tanta vida,
afueguen
el silenciu con una palmada.
El
pasáu aínda escuca
embaxo’l
mofu.
Bienllegáu a la to casa, fíu.
Esti ye’l llar de quien nun tuvo más
patria
que los sos pasos.
SEGUNDO
DERECHA
Estoy
haciendo café
o
cambiándolo de estado.
La
lavadora ruge como un tigre enjaulado
que
sabe que no volverá a ver la libertad.
Enfrente,
los
vecinos guiñan la luz de sus cocinas
—pesados
párpados dormitan—
y en
la televisión de los de al lado
estalla
de nuevo Vietnam.
La
noche es.
No
sabría precisar
qué
corazón mueve los tacones por el pasillo
ni
por cuántas veces
se ha
vuelto a caer la canica,
la
omnipresente canica, en el piso de arriba.
Sólo
confirmo que esta casa está desalmada
desde
que tú no ves
cómo
cambia de estado el café
ni me
ayudas a empaparnos las manos
al sacar la ropa de la jaula.
Desde
que ya no guiñamos los ojos
pesadamente
para bailar con los labios.
SURDIR
A
mio güelu Julio
La
hestoria ñaz nes tos manes
al
garrar la yerba húmedo,
l’atapecer
na primavera col garabatu,
el
ríu Nalón na infancia.
La
esperanza ye un xiblíu nel to corazón
y
l’ánimu, la rede onde toos cayemos.
Entaína,
mundu,
o nun
vas ser quien a alcanzalu:
mio güelu lleva muncha más vida que tu en llombu.
[De Los cimientos]
[Publicao en «Cultura», suplementu de La Nueva España, el 10 de setiembre de 2015]
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