Arraianos
Xosé Luís Méndez
Ferrín
Traducción de
Luisa Castro
Xixón, Hoja de
Lata, 2013
Cuando
se publicó en 1991 la primera edición de Arraianos,
aquellos diez cuentos magistrales de Xosé Luís Méndez Ferrín en gallego fueron
recibidos con los brazos abiertos, como corresponde a un libro mayor del que
tal vez sea el autor más destacado de la literatura gallega del siglo veinte.
Pero también se recibieron con sorpresa, porque suponían una importante novedad
en la trayectoria cuentística de Méndez Ferrín y de la última narrativa
gallega, ocupada por entonces en la construcción de un relato urbano, y que se
asomaba a lo rural como quien va de visita al pueblo. Méndez Ferrín había dado
su visión personal de la materia de Bretaña en algunos de sus libros, había
hecho alguna incursión realista e importantes contribuciones al hermetismo o al
relato fantástico, pero en Arraianos
volcaba todo su saber de narrador extraordinario para construir un territorio
literario que logró fortuna, el de la Raia Seca orensana, tierra fronteriza
particular, extraña tanto para los gallegos como para los portugueses, que va a
ser la verdadera protagonista del libro.
Arraianos quiso devolver a la literatura
gallega la esencia de su condición rural, tan rica. Méndez Ferrín echó una
mirada a esa cultura ancestral desde dentro de sus propios mitos, y el lector
siente en cada relato el peso de la historia sobre sus hombros como si fuese un
habitante m ás de ese mundo, represivo y ordenado, sin
importar que la acción se sitúe en el siglo X, en el XIX, en la última guerra
civil o en la lucha antifranquista. Un mundo que a veces desordena momentáneamente
la irrupción de un maestro, de los contrabandistas, los agraristas, los
guerrilleros... En estos cuentos está, en buena medida, la razón de ser de la
literatura de Méndez Ferrín, la base ideológica y existencial de su narrativa: el
erotismo, la miseria moral al lado de la grandeza humana, la identidad personal
y cultural que corre siempre peligro de difuminarse, la falta de equilibrio
entre el progresismo que en un momento determinado de la historia intenta abrir
una puerta al mundo y la reacción que se desata, la secreta relación entre
horror y amor, la inexistencia de una separación clara entre lo vivido y lo
imaginado, el misterio de las relaciones humanas... Todo ello escrito con
técnicas variadas y una potencia creativa que arrastra al lector.
En poco más de dos décadas, la palabra que sirve de
título a este libro y que da nombre a quien vive en la frontera (en la raya), pasó
a bautizar también un verdadero sentimiento de resistencia cultural; igualmente
es “arraiano” quien guarda los “lindeiros da galeguidade”, haciendo hincapié más
en lo que esa raya tiene de lugar de encuentro que de alejamiento. No se trata
de vigilar las fronteras que separan la identidad gallega del resto del mundo
(no creo que a Ferrín le preocupe la asturianidad de la tierra entre el Eo y el
Navia, por ejemplo, sino la sustitución de la cultura tradicional de esa parte
de su mundo por la presión de la española); cuando nos referimos a esa idea
nueva de “arraiano” como guardián hablamos más bien del compromiso con una cultura,
la gallega en este caso, que a pesar de tener fuerza extraordinaria como para
producir un libro como este sigue corriendo un serio peligro de desaparición.
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