Miraron equí

10 dic 2014

¿QUÉ HAY DE NUEVO, VIEJO?

     Insisto una vez más: no se puede hablar de la literatura que se hace hoy en Asturias sin tener en cuenta su diversidad lingüística. Quedan muy lejos los compartimentos estancos que había en los años ochenta y buena parte de los noventa, cuando los escritores de expresión castellana, sin pararse a leer, miraban un poco por encima del hombro a los que se empeñaban en construir una voz literaria que sonase en asturiano. A cambio, los del bable procuraban estar al día de lo más interesante que se publicaba en español, en Asturias y en España, sin perder de vista las novedades que iban ofreciendo las demás lenguas del Estado o las de cultura internacional, con el vecino portugués al frente. Hoy en día la comunicación entre un idioma y otro fluye con normalidad, y no es raro encontrar compartiendo lecturas públicas  o revistas a autores que se expresan en cualquiera de estas lenguas.
     Como ellos mismos no se ponen etiquetas identificativas (el postmodernismo parece haber muerto antes de nacer), no necesitamos encontrar un término que los agrupe. Vamos a limitarnos a echar un vistazo parcial, subjetivo y desde luego incompleto a la diversidad que conocemos, rescatando algunos nombres que nos parecen interesantes de entre los nacidos en los ochenta y noventa, sobre los que procuraremos volver de manera individual en sucesivas entregas.

La plaza pública

     Los autores jóvenes encuentran en este tiempo más facilidad que nunca para "publicar". Por supuesto, para lo que se escribe en Asturias internet también es el gran escaparate, pero el mundo digital es a la vez un centón de centones donde cabe todo y donde es difícil separar el grano de la paja, las voces de los ecos. Muchos escritores mantienen blogs abiertos en los que cuelgan habitualmente novedades propias y ajenas, y es a través de ellos y de sus enlaces amistosos por donde uno puede ir moviéndose para hacerse una idea de lo que hay. También ayudan las revistas. Para seguir la evolución literaria de lo más nuevo en asturiano resulta imprescindible Formientu, la que dirige desde hace ocho años Inaciu Galán (Xixón, 1986). Letra y puñal, difícil de seguir si no te mueves alrededor del grupo de gente que lo publica, es un fanzine variado y desigual, al que las insistentes ilustraciones de Álvarez Cabrero le dan pinta de publicación viejuna, que no merece. La revista Anáfora, recién llegada e impecable, es más interesante.


     Pero cuando hablamos de plaza pública no nos referimos solo a la letra impresa, sea analógica o digital. Estamos pensando también en los distintos tipos de recitales. A Pablo X. Suárez (Samartín d'Anes, 1981) se le debe el hallazgo de las «Timbes poétiques» que vienen funcionando con nocturnidad y alevosía, en las que un grupu de escritores recita su obra a los clientes de algún pub o bar musical. Y con éxito: el alumnado de algún instituto ya incorpora esta fórmula a sus celebraciones de graduación o se celebran intercambios con comunidades vecinas. Más elaborada es la propuesta que utiliza la bilingüe Sofía Castañón (Xixón, 1983) en sus espectáculos audiovisuales, eso que llamamos «spoken word», con los que ha viajado por España y Europa.

Dos lenguas, un mundo

     Como la realidad lingüística se impone, son muchos los asturianos que escriben en español y que empiezan a sonar en la literatura del Estado. La voz de las mujeres se oye fuerte y clara; junto a Sofía Castañón podemos citar a Teresa Soto (Uviéu, 1982), Laura Casielles (La Pola Siero 1986), Alba González Sanz (Uviéu, 1986) y Sara Torres (Xixón, 1991), que van ocupando ya lugares destacados, igual que Sergio C. Fanjul (Uviéu, 1980), Héctor Gómez Navarro (Xixón, 1983) o Rodrigo Olay (Noreña, 1989). Raquel Fernández (Salas, 1993) acaba de publicar su primer libro. Frente al relativo monolingüismo literario de los autores nacidos en los sesenta y setenta, entre algunos que nacen a partir de los ochenta empezamos a encontrar un bilingüismo alternante, utilizando el castellano unas veces y otras el asturiano sin que escojan lengua en función del tema. Martín López-Vega, un autor de referencia para la literatura española, fue de los primeros en rendir su homenaje personal al asturiano al publicar varios libros de prosa y poesía en la lengua de Fernán-Coronas: "Era el momento quien decidía el idioma a emplear. Pero mi mundo es el mismo, sea cual sea la lengua que use". Ocurre lo mismo con Alejandra Sirvent (Pravia, 1980) o con Xaime Martínez (Uviéu, 1993), a cuyos libros inciales en castellano siguen otros en asturiano, en un fenómeno que parece más cercano al de los poetas italianos (Passolini escribió parte de su poesía en friulano, Zanzotto en véneto...) que al bilingüismo catalán o vasco, donde Joan Margarit o Bernardo Atxaga editan rigurosamente toda su obra en las dos lenguas. Otros autores resisten la tentación de saltar de un idioma a otro, y aunque terminen traducidos al español o a otras lenguas, escriben en asturiano: Vanessa Gutiérrez (Urbiés, 1980), Elisabeth Felgueroso (Llangréu, 1980), Iris Díaz Trancho (Xixón, 1981), Iván Cuevas (Xixón, 1982), Sergio Gutiérrez Camblor (Lieres, 1985) o María García (Uviéu, 1992).


Una Asturies plural

     Para quien lleve toda la vida negando la razón de ser a la lengua asturiana, aceptar esta alternancia natural entre el asturiano y el castellano en nuestra más joven literatura tiene que resultar difícil. Pero como la realidad se impone a nuestros deseos, donde hace cuarenta años había una única lengua (la española) y algo de folclore, resulta que tenemos ahora tres lenguas para escoger: español, asturiano y el gallego del occidente de Asturias. En las últimas décadas la literatura en gallego-asturiano se desarrolló notablemente, ofreciendo autores con obra que merece la pena seguir; entre los jóvenes, Viki Veiguela (León, 1980), Alba González Fernández (Valdepares, 1980) o Miguel Rodríguez Moteavaro (Bual, 1990).
     
Cristian David López
     Pero como la realidad suele ser necia, a las tres lenguas que hoy habla y escribe Asturias hay que añadir las que traen consigo los emigrantes instalados entre nosotros. Quién sabe si entre los rumanos, brasileños, marroquíes, chinos o subsaharianos no habrá quien escriba algún tipo de literatura en su propia lengua. De momento, en este 2014, los medios de comunicación de todo el mundo prestaron atención a un breve poema escrito en Asturias en guaraní, lengua cooficial de Paraguay, de donde es su autor, nuestro vecino Cristian David López (Lambaré, 1987). Con su poema "Sy" (madre), resultó ganador del concurso "El mejor poema del mundo". Merece la pena cerrar este breve repaso por la literatura más joven hecha en Asturies publicando ese poema en su lengua original, acompañado de la traducción española del propio autor y de la asturiana, hecha por Marín Estrada.

Cristian David López

SY
(Guaraní)

Ahai nde resa
ha mitãnguéra oma’ẽ.
Ahaí nde juru
ha mitãnguéra opuka.
Ahai nde réra
ha mitãnguéra oñe’ẽ.

MADRE
(Traducción al español de Cristian David López)

Dibujo tus ojos
y los niños miran.
Dibujo tu boca
y los niños sonríen.
Dibujo tu nombre
y los niños hablan.

MA
(Traducción al asturianu de Pablo Antón Marín Estrada)

Dibuxo'l to güeyu
y los nenos miren.
Dibuxo la to boca
y los nenos sorríen.
Dibuxo’l to nome

y los nenos falen.

4 dic 2014

LA DESHUMANIZACIÓN DE LA EXISTENCIA

La guerra de les sacaberes
Karel Čapek
Traducción de Cesáreo García Fernández
Uviéu, Trabe, 2014


     Publicada en checu por entregues, nun periódicu, ente 1935 y 1936, La guerra de les sacaberes edítase en llibru en 1936. Nesi momentu la novela interprétase en clave política, como una crítica a los totalitarismos n'alza, cuando Checoslovaquia siente cerca l'amenaza nazi a un llau y al otru la del estalinismu soviéticu. Karel Čapek (1890-1938) muerre mui poco enantes de qu'Alemania invada'l so país y españe la Segunda Guerra Mundial. Yera un escritor mui popular, autor de noveles y obres de teatru, munches d'elles escrites en colaboración col so hermanu Josef; a ellos dos se debe la creación de la palabra «robot», que sustituyó a la más antigua denominación d'autómata, pasando dende'l checu al restu de llingües.

Karel Čapek (1890-1938)
     La guerra de les sacaberes ta dividida en tres partes. Na primera asistimos a la conmoción universal que produz el descubrimientu d'unes criatures qu'habiten delles islles del Pacíficu. Parécense a les sacaberes, anque anden irguíes, y tienen una estraordinaria capacidá de trabayu, de deprendizaxe y de reproducción. Cuando la prensa les descubre, dedica páxines y páxines a falar d'esa novedá, recortes que colecciona ún de los personaxes y que l'autor introduz, cola técnica del colaxe, un recursu que permite reflesionar sobre'l llinguaxe periodísticu y ofrecer variedá de puntos de vista y temes. Vemos asina, na segunda parte de la obra, cómo la sociedá debate sobre la condición d'estos seres, sobre si tienen o non alma, si merecen o non educación, si habíen usar un lliguaxe universal como l'esperantu, sobre'l peligru d'ideoloxización política, la variedá superior de les sacaberes del Bálticu que descubre un científicu alemán... en fin, especulaciones que poco tienen que ver colos intereses que demuestren elles mesmes.
     Na tercer parte d'esta novela fragmentaria españa la guerra. Les sacaberes cada vez son más y, armaes polos humanos, dedíquense a demoler les costes pa ganar espaciu y asegurase la supervivencia nel mediu marín. Cuando parez que nun hai esperanza pal ser humanu, yá nel últimu capítulu, l'autor dialoga consigo mesmu sobre'l final del conflictu, de cómo les sacaberes repetirán los errores de los humanos y entrarán en guerra unes contra otres hasta'l desaniciu, y la historia va volver al empiezu, quedando de too aquello nueves lleendes y nuevos mitos.

     La invasión nazi de Checoslovaquia, la segunda guerra mundial y la división en bloques d'Europa a partir de la guerra fría mantuvieron esta novela nun discretu segundu planu. Mientres qu'otres obres del ámbitu anglosaxón coles que, ensin dulda, tien relación (1984 d'Orwell, Un mundo feliz de Huxley o La guerra de los mundos de Wells) se revisaben hai unes décades pa encontrar nelles dalgo más qu'entretenimientu y aventura, La guera de les sacaberes publicóse n'España nos años setenta como lliteratura xuvenil, dientro de la famosa colección Doncel. Ello permitió que delles xeneraciones la disfrutaran, pero más como una obra de ciencia ficción pa mozos que como una novela política con una importante carga irónica y crítica sobre la deshumanización de la vida y el trabayu. Nos últimos años miedra l'interés sobre esta crónica demoledora, satírica, de la condición humana, y nesi contestu llega esta versión asturiana que resuelve con bon xeitu, dende'l checu, Cesáareo Gar﷽﷽a que resuelve con oficiu, dende'l checu, Cesrte que toa una xeneraciciu a los mares y asegurase ntiago en 1989, y doiááreo García Fernández.

9 oct 2014

DEPUÉS DE LA BARBARIE

Si’l temblor niega’l fríu
Xurde Álvarez
Uviéu, Trabe, 2014



     Una intensa mirada poética define la obra publicada por Xurde Álvarez hasta la fecha, en contraste cola temática neosocial de la que participa, anque ensin arrenunciar nin a la descripción de los valores morales de los personaxes nin al provechu artísticu de la obra lliteraria como tal. Ye lo qu'alcontramos nos tres llibros de poesía (La sema, de 1999, Tierra d’esperanza y La caída, los dos editaos en 2008), pero tamién na obra de teatru Les llames del to llar antigu (2005) o No fondero de l’alcordanza de Dios (2004). Nesta novela narra la llarga fuelga xeneral de la metalurxa que resistió, na cuenca’l Nalón, ente payares de 1932 y agostu de 1933, oponiendo la dureza de les condiciones de vida de la familia del nenu que fai’l relatu a la descripción minuciosa y preciosista de los fechos, esmolecíu l’autor por ofrecer un testu lliterariu coherente y d’altu valor estéticu; la preocupación social nun lu fai arrenunciar nin a un hiperrealismu reivindicativu nin al culturalismu (por exemplu, en paralelu al so relatu camina la novela Moby Dick).
     Los presupuestos de los que parte Si'l temblor niega’l fríu, la segunda novela de Xurde Álvarez (Sama, 1973), nun son mui diferentes, anque nesti casu construye una obra menos convencional, sumando al llinguaxe de la narrativa los de la poesía y el teatru. Asina, dividida en cuatro actos y un epílogu, cada una d’estes partes lleva al frente un fragmentu de poema del propiu autor que se va construyendo pasín a pasu y que nun se completa hasta esi epílogu, terminando con unos versos que resumen bien el nihilismu que trescala tola obra: «La Nada nos escueye y nos señala / pa fundise irremediablemente // en nosotros…».  Nesi xuegu poéticu que nos propón Álvarez, cada escena na que se subvidiven los actos arranca con unos versos sobre los que sigue darréu el relatu, fríu, duru, implacable, a través del cual podemos siguir la evolución de les protagonistes: dos enfermeres en continuu diálogu, como si fuera una obra de teatru nel que les acotaciones, minucioses, tienen más valor lliterariu qu’indicativu. Delles escenes terminen tamién con unos versos.

Xurde Álvarez
     La obra (una novela, nun hai qu’escaecelo) trescurre en payares de 1942 na bufarda d’un sanatoriu psiquiátricu na zona alemana de la Segunda Guerra Mundial. A través de los diálogos vamos formándonos una idea de la relación qu’existe ente dos muyeres que trabayen nesa institución: la enfermera xefe Böll y la enfermera Eich, trabayadores del sanatoriu Bernburg onde s’aplicaba’l programa d’eutanasia autorizáu por Hitler en 1939 pa garantizar «una muerte de gracia a toos aquellos enfermos incurables». Ensin concesiones al llector, cásique ensin acción, escarnada, enllena simbolismos y espresionista, la novela va dando vueltes al presente y al pasáu de les dos protagonistes, a les diferencies d’edá y de perspectiva, al so pensamientu, a la ideoloxía que profesen, a les duldes que-yos asalten a veces y a les certeces qu’encarnen como parte fundamental del engranaxe nazi: enzarraes tamién nel sanatoriu, como los enfermos qu’habíen atender, tampoco elles parecen tener nengún futuru. Xurde Álvarez contradiz a Adorno y a les sos conocíes palabres sobre la poesía depués d’Auschwitz: el so temblor máxicu, esi estremecimientu, axuda nesti casu a enfrentase a la barbarie.

2 oct 2014

UN CUENTU

TRES DEL CRISTAL ROTU

         Abrió los güeyos asustada, cola sensación incómoda de qu’acababa de dormise. Tovía nun tenía la certeza de que la escombullera un ruíu de piedres na escalera, al otru llau del tabique, como si dalguién tuviera desfaciéndo-y la casa. Pero los güelpes siguíen y terminaron por despertala del too. Miró con indiferencia les paredes desnudes del cuartu, les solombres de los cuadros nel sitiu qu’ocuparen la vida entera, el cable peláu en techu onde tuviera la llámpara. Siguíen cayendo piedres y agora yá yera a estremar tamién les voces de dalgún obreru. «Yá tán», pensó.



         Llevantó de la cama pesadamente, quitó’l camisón de franela azul y punxo una batina estampada, abrió la puerta del cuartu y miró’l pasiellu, llargu y escuru,  que percorría la casa. Con un xestu mecánicu llevó la mano a la llave de la lluz, pero nun prendió nada, yá nun había bombilles nayundes. Como un rellampu crució-y pel maxín la certeza de que llevaba viviendo naquel pisu setenta y dos años, los que tenía. D’ellí viera salir un día a los padres, cuantayá, camín del Salvador, y al home, Donato, aquel borrachín que tanto la fixera esperecer, yá diba pa seis. Tamién un día tenía que-y tocar a ella, sabíalo bien, yera llei de vida, pero nunca pensara que salir pa siempre d’aquella casa fuera d’esta manera, como enterrase en vida.
         Na cocina comprobó que nun tenía agua abriendo y cerrando’l grifu, bebió un tragu d’un vasu que quedara amediao de la cena y púnxose a calentar lleche nel cámping gas que-y traxera la sobrina. Resultába-y difícil regular la llapa, conque’l cazu diba garrando peles paredes una costra requemada, marronuza, que-y daba un poco de noxu. Pensó que diba costar trabayu fregalu, asina, ensin agua nel bañal. Del balde onde apilaba la cacía sucio rescató una escudiella de plásticu, tamién-yla traxera la sobrina, pasó-y el rodiellu y echó nella primero cuatro cuyaraes de zucre bien apinaes, dos sobres de descafeinao y depués el lleche caliente, apartando la nata p’atrás con un deu, rozándolo apenes pa nun se quemar. De la puerta descolgó una bolsa con pan del día anterior y de pies, abangada enriba la chapa la cocina, foi entriando unos garitos gomosos na taza y comiéndolo too a cuyaraes, con fame, prestándo-y.

         N’acabando, col rodiellu na mano, volvió desandar un cachu de pasiellu, a escures, hasta la puerta d’entrada. Al par d’ella esperaben dos maletes. Quedó un momentín escuchando cómo la piqueta trabayaba les paredes enriba, pa contra ca Finita, la del terceru; a cada güelpe cayíen cascotes y piedres nel soyu y dalgunes marchaben escaleres abaxo, sutrumiendo la casa. Una d’elles acababa d’afrellase contra la so puerta. Foi quitando cerroyos y peslleres, entabrió una redixa pa escucar. Una nube de polvu entró pa casa enantes de que-y diera tiempu a ver nada. Sintió un cagamentu y pararon de picar. «¡¡Paisana!! –les berríes d’un obreru llegáben-y como si fora la voz de Dios, baxando del cielu–. ¿Qué fais ehí tovía? ¡Sal d’esa casa enantes de qu’haiga una desgracia, muyer! ¿Qué tarás esperando? Pa cuatro duros que nun vas ver...»
         Pela caxa de la escalera pudo entever que llevantaren una parte del teyáu de ca Finita. Un cielu azulísimu anunciaba que diba ser ún d’esos díes de fueu del brano. Pero la escalera taba toa estrada de piedres, cachos de lladriellu y cal. Nun se vía’l felpudu de tantu cascote. Pa pesllar tuvo qu’emburriar con fuerza. La puerta movíase enriba’l polvu qu’entrara, rascando les tables del pasiellu. Mientres volvía pa la cocina y los obreros siguíen picando pasóse-y pela cabeza lo muncho que diba costar llimpiar too aquello, pero foi un pensamientu rápidu, que refugó al instante. Bebió otru tragu d’agua del vasu, del únicu qu’había en casa, pa quitar el polvu d’obra que se-y metiera na boca, y caminó pela cocina ensin saber qué facer.


     Tenía qu’esperar. Eso yera. Igual que los quince últimos meses, desque empezaran a veni-y a casa pa echala. Que diben facer unos pisos. Que si unos pisos de luxu. ¿Y qué? Pa ella taba bien la casa como taba. Naciera nella enantes de la guerra, resistiera les bombes, la fame, l’estraperlu y el miedu, como na canción. ¿Qu’al final namás pagaba trescientos trenta duros d’arriendu y nun había manera de xubí-ylu? ¿Y qué? Empezara siendo una fortuna que permitiera al patrón vivir como un señor y estudiar los fíos. Ún d’ellos yera agora conceyal. Los picapleitos buscaben enredala, engañala, bien lo sabía ella. Que la diben poner na cai poles bones o poles males. Que diba gastar más perres n’abogaos de les que soñara xuntes na vida. Que si declaraben l’edificiu en ruines y nun diba ver un duru. Que si l’ayuntamientu... Papeles, llamaes, visites. Terminara cediendo, qué remediu, como tolos vecinos. A ella ofrecíen-y un pisu nuevu n’alquiler en Ventanielles, un primeru con ascensor y la cocina amueblada que daba pa la cai, con terracina y too. Mui guapu. Diba tener un microondes pa calentar el café, por fin. Y nun tenía que pagar alquiler. Yera pa ella hasta que morriera, y entós volvía pal constructor. Sí, paecía-y bien, qué remediu.
         Salió de la cocina pa la sala. Yá nun había sitiu pa ella na casa. Había díes que cortaran la lluz y l’agua. Dende anueche tampoco nun tenía teléfonu. La sobrina fora marchando colo que valía, la cocina, los muebles de la sala, l’habitación... Quedába-y nada, una siella, una cama vieya, unes caxes... y la ropa, en dos maletes, tres de la puerta. Llamara a la sobrina enantes de firmar col constructor, nun fueran engañala. Nun tenía muncho tratu cola fía del hermanu, qu’en paz descanse. Nun la vía des que casara col Portugués, el de la furgoneta, que nun se sabía mui bien en qué trabayaba. Nin siquiera yera portugués. En volviendo de la lluna de miel pasaren per casa a pidir perres pa nun sé qué negociu, a  ellos, que nunca abarataron un duru. El Portugués cásique casca a Donato porque-y dixo que non. Llamábalu borrachu y faltosu y mirábalu de llau colos puños cerraos diciéndo-y qu’elli lo perdía. Había más de quince años que nun los vía, pero ye que nun-y quedaba otra familia.
         Na sala tábese meyor. El ruíu de les piedres cayendo pela escalera sentíase menos. Abrió la ventana y abangóse a mirar pa la cai. Sentía los obreros falar y los coches qu’aceleraben onde’l semáforu. Na placina de delantre casa unos nenos enredaben yá na arena, a la solombra de los chopos. Nun sabía qué facer. Si tuviera la tele prenderíala pa entretenese un poco, pero nin radio-y quedaba. Tenía qu’esperar, namás eso. Volvió pesllar la ventana y diose cuenta entós de qu’igual había quince díes que nun llimpiaba los cristales.
         Cuando la sobrina y el Portugués lleeron el contratu echaron manes a la cabeza. «¡Ye una estafa!», dicía’l Portugués mirando de llau pal constructor y pal abogáu, colos puños cerraos. Nada de pisos gratis nin murundangues. Perres, munches perres, faltaría más depués de tantos años viviendo naquella casa, pagando relixosamente por aquella mierda en ruínes. Perres o nun marchaba. Eso’l Portugués. Y la sobrina que la paisana diba vivir con ellos, faltaría más, nin pisu arrendáu nin gratis. Que de momentu tenía que dormir nel salón y tal, pero yá s’arreglaríen colos cuatro guajes. Lo importante yera la familia, dicía la sobrina, claro que sí, y volvía repitilo. El Portugués paecía que tenía arte. Y bon rapaz. Mandára-y firmar unos poderes o nun sé qué papeles pa nun la molestar diendo y viniendo d’abogaos.
         Sacara dos millones al constructor. Pero ayeri tovía nun los cobraran, asina qu’ella tenía qu’aguantar dientro hasta que-y mandaran. Qu’igual güei empezaben a tirar la casa, pero que nun se preocupara, qu’entamaben pela otra mano y que nun se diben atrever a resguñar nin el cal de les sos paredes pola cuenta que-yos tenía. Que yá volvíen güei ellos a primer hora.


        Al fondu de la casa’l ruíu yera cada vegada mayor, sutrumíense les paredes y la madera rinchaba. El pasiellu yera una nube de polvu. De la cocina volvió pa la sala col calderáu d’agua que-y quedaba, unos trapos y un periódicu marielludu, mui vieyu. «De momentu –dixéra-y ayeri mesmo la sobrina, pela nueche, de la que marchaben coles últimes coses que podíen valir pa dalgo–, nun puedes venir pa casa hasta que nun faigamos un poco sitiu pa que teas cómoda». Posó’l calderu al pie de la ventana, moyó un trapu nelli y púnxose a llimpiar los cristales. ¿Cómo los dexara ponese tan gochos? «En cuanto paguen vas dir pa una pensión mui bona onde hai persones mayores –siguiera la sobrina ensin mira-y a la cara, baxando yá les escaleres–, yá sabes, xente de la to edá, pa que puedas charrar con elles y tal, unos díes, con enfermeres y too, vas tar mui bien». Siempre-y prestara fregar, ver cómo l’agua abría tayu na porquería, recudir la bayeta nel calderu. Yera lo meyor que facía pa esperar. «Y vamos tolos díes a vete, yá verás qué bien tas...». Llimpiaba los cristales per un llau y per otru col trapu moyáu, curiando de nun dexar güertos. Entós reparó otra vez pal cristal que llevaba dende l’iviernu rotu, cinco o seis meses. «¡Qué desdexamientu! –pensó pa ella–. Tenía que llamar pa que lu arreglen». Y púnxose a secalos con papel de periódicu emburulláu. Quedaben soberbios.

[Antón García, publicáu en Xente tan cerca, Uviéu, Ámbitu, 2009]